Las ciudades son el laboratorio más complejo que pueda existir, en donde no solo las variables van cambiando a lo largo del día, de la semana, de los meses y años, sino que además hay una gran diversidad de intereses sobre el suelo urbano, algunos claramente identificables y otros totalmente desconocidos o imprevisibles.
Vivir en una era en donde el cambio es la única certeza, y que después de la pandemia nos dejó claro que las cosas no solo cambian, sino que cambian a una velocidad nunca vista, nos obliga a mirar a la ciudad con otros ojos. Y sobre todo a tomar acción sobre el futuro de nuestras ciudades.
Si bien el futuro es un experimento, una apuesta, una hipótesis de lo que pensamos o queremos para nuestra ciudad, y que precisamente se intenta materializar o aterrizar en los instrumentos de planeación y regulación urbana, no hay nada seguro sobre los efectos o consecuencias de lo que los mismos instrumentos son generadores, a menos de que haya un análisis crítico evolutivo sobre el fenómeno urbano y una visión estratégica de hacia dónde vamos y cómo vamos midiendo a lo largo del tiempo el cumplimiento de los objetivos y metas claves.
Este espacio de reflexión que nació en enero de 2016 con una columna fija de tres veces por semana titulada “Pensando con la Ciudad” en periodo local impreso Por Esto!, que se mantuvo hasta enero de 2020 y en tiempos de pandemia migró a plataformas digitales como EstamosAquí.mx y México Social, me permitió desarrollar un ejercicio sistemático para observar lo que sucede en la ciudad y conectarlo con los diferentes elementos que le dan vida y razón de ser en nuestras vidas cotidianas.
El concepto y el blog de Ciudades Futuras nace en 2022. Después de dos años atípicos, pensar en el futuro puede ser lo más rentable que hagamos en el presente. Pero la reflexión sobre el pasado de nuestras ciudades es vital para establecer un análisis crítico sobre las decisiones que se han tomado y sus efectos. Y como consecuencia, diseñar las estrategias para el futuro.
De esta manera, este blog contiene material del pasado que debe ser puesto sobre una gran mesa de reflexión para construir historias en torno a cuáles serían los resultados ahora si hubiéramos hecho algo diferente o actuado a tiempo. El futuro de nuestras ciudades no nos va a perdonar los clásicos: “nunca lo vi venir” o “nunca me imaginé que eso iba a suceder”.
Agenda Urbana se convirtió en un desafío y al mismo tiempo en un espacio altamente inspiracional para vincular mi experiencia como académica y de funcionaria pública, para tener un acercamiento con lo que se vive día a día en el municipio de Mérida. Todo empezó con una invitación del periódico local Por Esto! para abordar tres veces por semana temáticas urbanas para iniciar a publicar el jueves 21 de enero.
Cuando envié el tercer artículo el lunes 25 para que se publicara el martes 26 de enero de 2016, entré en crisis. Y ahora ¿de qué voy a escribir? No podía fallar. Ya me habían asignado una columna fija a la cual había titulado “Pensando con la Ciudad”. Y después de algunas horas de inquietud, descubrí que era mucho más fácil de lo que parecía.
Simplemente tenía que aprender a observar, a mirar la ciudad con detenimiento, a prestar atención a lo que sucedía y que podría ser tema de conflicto urbano, pero, sobre todo tener ese nivel de empatía por lo que los habitantes tienen que enfrentarse día con día.