Victoria rápida y de bajo presupuesto
El PIMUS y el IMDUT podrían trabajar de forma conjunta en esta victoria rápida: reducir la velocidad autorizada en las principales vialidades de Mérida, iniciar una ardua campaña de concientización sobre la prevención de incidentes en la vía pública, y de forma simultánea, al reducir la velocidad se podrían incorporar ciclistas a la movilidad urbana de Mérida y los peatones se sentirían más seguros en las calles. ¿Cuánto recurso se necesita para reducir la velocidad y en cuánto tiempo se logra? La respuesta se encuentra en la misma propuesta: victorias rápidas y de bajo presupuesto.
El Plan Integral de Movilidad Urbana Sustentable (PIMUS) de Mérida busca incidir es dos cuestiones principales que tienen que ver con la dotación de espacios públicos de calidad y que se garantice que los recorridos de las personas sean eficientes y ágiles mediante la posibilidad de decidir entre diferentes modos de transporte y que estos a su vez se encuentren interconectados. Asimismo, es importante saber cuánto es el presupuesto que se le ha asignado al PIMUS para cumplir en tiempo y forma tales compromisos de los cuales depende la eficiencia de la movilidad urbana de Mérida desde estándares imponderables de calidad y confortabilidad.
Desde esta perspectiva se podría establecer la planeación estratégica del PIMUS, en donde se clasifiquen los objetivos, metas y cumplimiento de estos, para ser evaluados permanentemente y a su vez diferenciarlos mediante el recurso económico y tiempo que requieren para su cumplimiento. Así podremos tener objetivos de largo plazo y costosos y por otro lado las llamadas “victorias rápidas”, que son resultados que se obtienen en el corto plazo, hasta pudiendo ser inmediatos y de bajo o cero presupuestos.
¿Cuáles podrían ser esas victorias rápidas tanto del PIMUS como del Instituto de Movilidad y Desarrollo Urbano Territorial (IMDUT)? Se sugiere que de manera inmediata se reduzcan las velocidades autorizadas en las principales vialidades de la ciudad. Esta propuesta ya está sustentada por los especialistas locales, nacionales e internacionales y no representaría mayor complejidad implementarla, más que el urgente y necesario proceso de fomentar una cultura de conciencia ciudadana y educación vial.
El pasado 13 de mayo, René Flores Ayora, Ingeniero en Tránsito y Auditor en Seguridad Vial por el Centro Nacional de Prevención de Accidentes (CENAPRA), manifestó por este mismo medio de comunicación “que cualquier proyecto de ingeniería vial que se lleve a cabo en el Anillo Periférico, lo primero y más urgente es que toda la vía tenga una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora, pues aseguró que entre menos velocidad menos siniestros de tránsito”[1].
De igual manera la activista argentina contra el flagelo vial y la discriminación de género, Ema Cibotti[2] en el Día mundial en Memoria de las víctimas del tránsito que se conmemora cada 15 de noviembre, señaló que “La violencia vial “no es una fatalidad y hay que construir políticas para evitarla”, y a partir de su frase contundente “LA VELOCIDAD MATA”, Ema trabaja arduamente como líder de la Asociación Civil Trabajar contra la Inseguridad Vial y la Violencia con Acciones Sustentables (ACTIVVAS)[3], para incidir en la educación vial y sobre todo para reformular políticas públicas que actúen en la prevención de tales fatalidades, que según Ema, como René Flores y muchos otros especialistas, pudieron haberse evitado.
No sólo el Periférico es de alta peligrosidad. La zona de Altabrisa es ejemplo de múltiples incidentes viales que derivaron en la necesidad de poner semáforos. La amplitud de la calle y las altas velocidades con las se conduce, han dado lugar diversos tipos de acontecimientos con pérdidas materiales y que han atentado contra la seguridad humana. ¿Cuál es el riesgo que corre un peatón o un ciclista en estas vialidades en las que los automovilistas se desplazan a altas velocidades?
En virtud de lo anterior, el PIMUS y el IMDUT podrían trabajar de forma conjunta en esta victoria rápida: reducir la velocidad autorizada en las principales vialidades de Mérida, iniciar una ardua campaña de concientización sobre la prevención de incidentes en la vía pública, y de forma simultánea, al reducir la velocidad se podrían incorporar ciclistas a la movilidad urbana de Mérida y los peatones se sentirían más seguros en las calles. ¿Cuánto recurso se necesita para reducir la velocidad y en cuánto tiempo se logra? La respuesta se encuentra en la misma propuesta: victorias rápidas y de bajo presupuesto.
[1] https://www.poresto.net/2019/05/13/80-km-h-maxima-velocidad-en-periferico/
[2] https://emacibotti.wordpress.com/2015/11/15/la-violencia-vial-no-es-una-fatalidad/
[3] http://www.activvas.org/
Publicado originalmente en prensa local Por Esto! el 20 de mayo de 2019.