El derecho al acceso de oportunidades para el desarrollo humano.
Estamos hablando de que la movilidad no es sólo cuestión del sistema de transporte o de más rutas o de mejores vialidades. Estamos de hablando de que se requiere de suelo para poder acercar las actividades a la población. De que se requiere que las zonas habitacionales se inserten en tramas urbanas que garanticen la continuidad de los caminos para que peatones, ciclistas y transporte público puedan tener preferencia más allá que el vehículo particular. Necesitamos que la venta de lotes de inversión y el desarrollo de urbanizaciones cerradas en la periferia no se conviertan el día de mañana en el gran obstáculo para el PIMUS y PMDUM, y terminen quedando como un manual de buenas intenciones.
La movilidad urbana hoy más que nunca está en algunas agendas públicas, en los discursos de alto impacto social y en la mente de muchos interesados en el tema. Pero sobre todo está en la vida diaria de todos los que habitamos esta ciudad y su zona metropolitana. Hay que precisar que el tema de la movilidad no debe de verse como algo meramente técnico, sino que hay que considerar que nuestra calidad de vida depende del tiempo y el recurso económico que cada uno de nosotros le invertimos a la cuestión de la movilidad.
Tal vez esta es una forma de comprender que la movilidad urbana no puede ser atendida como alguna problemática más de la ciudad. Sino al contrario, representa el gran soporte para que los habitantes se realicen y pueden tener acceso a oportunidades en la ciudad que les permita su desarrollo humano.
Por lo tanto, antes de hablar de movilidad, habría que abordar de manera inmediata aquellos temas que impiden que las bases y las infraestructuras de la movilidad se logren con éxito en la ciudad. Porque el gran tema no radica en hacer mejores calles y en un sistema de transporte renovado y con innovación tecnológica, o en planear ciclopistas.
El gran tema se centra en una política de suelo definida a partir de las necesidades de las personas, parece algo obvio y sencillo de entender, sin embargo, la expansión urbana y los nuevos usos en la periferia forman parte de una problemática mayor, que definitivamente tienen altos impactos en la eficiencia urbana.
De manera que se reitera que el Plan Integral de Movilidad Urbana (PIMUS) no podría ser un plan accesorio o tangencial al Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Mérida (PMDUM). Sino que el PMDUM debería articularse y vincularse con el PIMUS. Y ambos debería estar fundamentados y motivados por una política de suelo que le ponga límites al área de urbanizaciones cerradas, así como a la condicionante de sólo estar conectada a una vialidad existente, sin que haya de por medio un monitoreo de la eficiencia urbana en términos de accesibilidad, permeabilidad y conectividad.
Debido a que el buen funcionamiento de la ciudad depende en cómo las personas se desplazan con eficiencia, en donde los tiempos y las distancias son cortos y los recursos económicos no se conviertan en un obstáculo para que las personas realicen sus actividades cotidianas y que les permitan su crecimiento personal.
Hay que preguntar a las mamás de Ciudad Caucel qué opinan sobre los planes de movilidad, toda vez que llevan a sus hijos a las escuelas de educación prescolar o primarias del centro de Mérida y que precisamente por las distancias, ya no les es posible regresar a sus casas o ir a trabajar, y terminan quedándose en algún parque del centro para esperar que sus hijos salgan a las 12 o 13 hr. O qué decir de aquellos niños de las periferias que al no tener cerca de la casa la secundaria, corren el riesgo de no poder continuar con su educación y desarrollo personal, debido a lo costoso y a los largos recorridos que les puede implicar llegar a su destino.
En virtud de lo anterior, estamos hablando de que la movilidad no es sólo cuestión del sistema de transporte o de más rutas o de mejores vialidades. Estamos de hablando de que se requiere de suelo para poder acercar las actividades a la población. De que se requiere que las zonas habitacionales se inserten en tramas urbanas que garanticen la continuidad de los caminos para que peatones, ciclistas y transporte público puedan tener preferencia más allá que el vehículo particular. Necesitamos que la venta de lotes de inversión y el desarrollo de urbanizaciones cerradas en la periferia no se conviertan el día de mañana en el gran obstáculo para el PIMUS y PMDUM, y terminen quedando como un manual de buenas intenciones.
Publicado originalmente en prensa local Por Esto! 7 de octubre de 2019.